LOS BRINCOS – EL NACIMIENTO DEL SONIDO “BRINCOS”

LOS BRINCOS

 

EL NACIMIENTO DEL SONIDO ‘BRINCOS’

 

Nada mas comenzar este estudio y habida cuenta del fanático entusiasmo que en mi adolescencia sentí por Los Brincos, me cuestiono si en verdad seré la persona idónea para escribir sobre este grupo musical nacido en la España de los sesenta al que, aun hoy, sigo considerando el mejor conjunto de entonces y tal vez del pop-rock español, ya no sólo por la calidad de su producción sino por su importancia como referente en el cambio que la llamada música moderna española experimentó a partir de su lanzamiento.

No obstante, y a pesar del handicap de mi subjetividad, seré objetivo al afrontar un proyecto que en esta primera entrega, mostrará cómo se gestó, nació, creció y hasta se multiplicó (aparición de un dúo tras su primera escisión y distintos grupos tras las sucesivas etapas de Los Brincos y los consiguientes cambios en sus formaciones) un conjunto que transcurridos casi cincuenta años, aun siguen en los escenarios gracias al legado de un brinco de pura cepa, el mas joven, Miguel Morales, miembro de la segunda formación, musicalmente en activo y a quien admiro y aprecio como amigo.

 

Introducción

El objetivo de este artículo es conciso y concreto. En esta ocasión, no he proyectado hacer un repaso de la trayectoria de cada uno de los componentes del grupo, algo que me reservo para mas adelante, pues lo que ahora me interesa es indagar en el sonido brincos y en las fuentes en que bebieron sus fundadores hasta conseguir hacerlo reconocible apenas escuchar su singular ecualización de voces e instrumentos y tras la cual llegarían otros sonidos conforme el conjunto evolucionaba y  fue abriéndose a nuevas influencias.

Es un lugar común afirmar que Los Brincos nacieron como una operación de marketing dirigida para crear un grupo español a imagen y semejanza de The Beatles. Al respecto, se dijeron barbaridades como que un equipo de publicistas habrían celebrado sesiones de brain storming para encontrar un nombre que fuera adecuado para el conjunto (bisílabo, con una fonética de palabra llana, que comenzara por la segunda letra del abecedario…) cuando en realidad, los únicos responsables de la creación del grupo no fueron otros mas que sus propios componentes. En concreto, podríamos ubicar el principio del principio en una reunión que en 1964 mantuvieron dos de sus fundadores, Fernando Arbex y Juan Pardo, concretamente en la discoteca Norba de Madrid, donde el primero le propuso al segundo que se incorporara como cantante en la refundación que de su grupo Los Estudiantes proyectaba llevar a cabo. Pardo se negó  de inmediato alegando tener otros proyectos que, conforme avanzaban en su conversación, descubrieron que eran unas inquietudes compartidas por ambos. Tanto fue así que, pronto se percataron de buscaban lo mismo y era factible trabajar juntos en el proyecto de un nuevo conjunto mas allá de una refundación.

Esa tarde,  dos jóvenes de apenas veinte años, con fuertes personalidades  y muy distintas cada uno de ellos, aunque sinérgicas formas de entender la música, concluyeron que querían un conjunto que tuviera un sonido propio, que no se limitara a hacer versiones de temas extranjeros sino a cantar sus propias canciones, un conjunto distinto a los demás en el que tuvieran preponderancia las armonías vocales.

Así fue como comenzó una historia que, aunque apasionante, será mejor dejar para otro capítulo y entrega. Válganos por ahora para dejar claro que no hubo un proyecto de laboratorio y que nadie mas que Los Brincos fueron los responsables da la creación de Los Brincos, algo que tiene su lógica en un momento en que poquísimos directores artísticos de compañías discográficas se atrevían a apostar por el tipo de música que, provocativamente, acababa de irrumpir rompiendo moldes y sentando nuevas bases que nadie aseguraba fueran rentables a corto o medio plazo y en las que era arriesgado invertir una sola peseta.

Que la compañía Novola (filial de Zafiro) creyera en el proyecto que Fernando y Juan gestaron en aquella conversación (y al que pronto se sumaron los otros dos miembros del conjunto, Manolo Gonzáles y Antonio Morales a quien todos conocían como Junior) fue casi un milagro, y buena parte de la culpa fue que una joven productora, Maryní Callejo, creyera en ellos y se encargara de poner orden y profesionalidad en batiburrillo de ilusiones de cuatro músicos con madera de consagrados a fin de que el caos no campara a sus anchas. Y vaya si lo consiguió.

Queda pues claro que Los Brincos no fueron un invento creado por una compañía discográfica empeñada en conseguir unos clones españoles de The Beatles.

Igualmente, habría que matizar que, aunque en muchas de sus canciones Los Brincos sonaran muy parecido al cuarteto de Liverpool, no era esta ni mucho menos su meta. Es mas, podría hasta plantearse la eventualidad de que ambos grupos (independiente de que Beatles fueran ya famosos y la inercia de Brincos fuera sonar como ellos) hubieran bebido de unas mismas fuentes. Es una hipótesis que más adelante expondré, aun a sabiendas del desdeñoso sarcasmo que tal especulación llegará a suscitar en quienes no reconocen en los orígenes del rock español un valor  creativo sino sólo mimético e imitativo.

Pero antes de entrar en materia, considero interesante –y necesario– hacer una introducción histórica, no sólo musical, que contemple el contexto sociocultural de la música popular española de mediados y finales de los años cincuenta

De la música española a la música moderna

En la segunda mitad de los cincuenta, una oferta de copla, boleros, pasodobles, así como unas singulares canciones aflamencadas, monopolizaban los programas radiofónicos de discos dedicados en los que también se escuchaban (en menor proporción) ciertos ritmos importados y adaptados al español para nuestros intérpretes, como el fox-trot, la rumba o el cha-cha-chá, e igualmente baladas y otras canciones de ritmos más rápido que apuntaban a la entonces llamada canción ligera, un género que aportó nuevos intérpretes como José Guardiola, Gloria Lasso, Los Cinco Latinos o Monna Bell, que pusieron una nota de color en el sonido de una posguerra que aun permanecía reciente en la mente de muchos.

En este contexto, fueron apareciendo jóvenes cantantes aun más modernos (Luisita Tenor, el Dúo Dinámico, Gelu, Francisco Heredero…) cuya presencia en los programas radiofónicos se impuso poco a poco así como también en las entonces embrionarias listas de discos más vendidos.

Sin pretenderlo y de un modo natural fueron delimitándose dos tendencias musicales que enfrentaban a la tradición (la canción española de siempre) con la innovación (la música moderna) que muchos defensores de lo español y sus esencias (con todas las connotaciones que el lector llegue a imaginar) consideraron como una invasión de modas extranjeras que alejaban a la juventud de los valores que identificaban a esa reserva espiritual de occidente que era España.

No olvidemos que la época a la que se hace referencia, distaba tan sólo dos decenios del final de una guerra civil y que aun flotaba un prudente miedo en el ambiente de una España en blanco y negro que intentaba abrirse a cierta modernización (dentro de un orden) al mismo tiempo que avanzaba hacia conmemoración de los 25 Años de Paz que el Régimen franquista proclamaba con triunfalismo de victoria tras una contienda que se saldó con un millón de muertos.

Sin embargo, y volviendo de nuevo a la música, la invasión de las canciones y de sonidos foráneos era un hecho imparable y surgieron nuevos cantantes y grupos vocales que imitaban, en español, las melodías que triunfaban en el extranjero (norteamericanas en principio, francesas e italianas por parte de los cantantes solistas e inglesas, las mas preferidas por los conjuntos).

Se importaron nuevos balies que a comienzos de los sesenta, los jóvenes españoles aprendían como podían, en parte gracias a unas entrañables imágenes de huellas de zapato que ilustraban las contraportadas de los discos y les enseñaban a dar los primeros pasos del twist, madison y otros bailes de menor difusión internacional como fue la yenka que un efímero dúo holandés (Johnny and Charley) popularizó en España. Sin embargo, y por encima de todos, la auténtica revolución era la que aportaba un nuevo baile y una nueva música que era también una nueva concepción de vivir llamada rock and roll que en España propició la aparición de incontables conjuntos musicales entre los que despuntaron algunos con bastante fama como Los Pekenikes o Los Estudiantes. También Los Milos, Los Pájaros Locos, Los Botines, Los Sonor, Los Vándalos, Los Teleko y decenas y decenas con mayor o menor fortuna en su intento por  darse a conocer y llegar a grabar un disco.

 

Los primeros conjuntos

No sin ciertas dificultades, los jóvenes que con sus primeras guitarras –al principio españolas y luego eléctricas– iban formando los primeros grupos musicales, lo hacían sorteando los escollos sociales que imponía el conservadurismo imperante.

No habían partituras, ni falta que hacía cuando, en muchos casos , lo prioritario era conseguir los instrumentos y hasta aprender a tocarlos.

En cierto modo, las partituras eran los discos que, con cuentagotas, llegaban a nuestro país así como las canciones que se daban a conocer en programas radiofónicos donde míticos y recordados  locutores como Ángel Álvarez (piloto de Iberia y locutor de radio a quien tuve el placer de conocer) permitían acceder a singles, EP y LP casi imposibles de conseguir en España y que los afortunados que disponían de un magnetofón de carrete abierto (los casetes no existían ni en la imaginación) grababan a partir de programas como el Vuelo 605 que emitía Radio Peninsular.

Los nuevos temas, eran escuchados atentamente una y mil veces si hiciera falta hasta llegar a memorizar la fonética de las letras en inglés (idioma que casi nadie hablaba) y conseguir tocarlos cada vez con más fortuna conforme se incorporaban nuevos acordes y se adquiría una técnica más depurada en el manejo de las guitarras.

Así fue como, con ilusión y paciencia muchos chavales se atrevieron tocar aquellas canciones que llegaban de allende nuestras fronteras y hacer versiones se convirtió en una obsesión mientras se incorporaban más y nuevos acordes hasta conseguir progresiones armónicas que confirieran un sonido aceptable y creíble en comparación con las grabaciones originales.

La tenacidad, la predisposición, las dotes artísticas innatas y la formación musical previa de los componentes de cada nuevo conjunto, fue la criba que hizo que sólo los mejores sobrevivieran y fueran llamados a actuar en colegios mayores, fiestas y locales, a la espera de que alguien creyera en ellos y les propusiera grabar el ansiado primer disco.

Este fue el caso de Los Estudiantes (1959), una formación que alcanzó cierto éxito (llegaron a grabar tres EP) y que en sus orígenes lideraba un muchacho de dieciocho años llamado Fernando Arbex, baterista y compositor de algunos de los temas que interpretaban además de hacer versiones de éxitos extranjeros. Es interesante reseñar que quien años después sería el bajista de Los Brincos, Manolo González, formó parte de Los Estudiantes en su última formación antes de la definitiva disolución del grupo.

Otro conjunto emblemático en aquellas fechas fue Los Pekenikes (1959), una formación liderada por los hermanos Alfonso y Lucas Sáinz que desde sus inicios se debatió entre la duda metafísica de ser un grupo instrumental o bien contar con un vocalista, como Juan Pardo o Junior quienes, en distintas etapas del grupo, fueron la voz solista y ambos músicos, mucho después, formarían parte de Los Brincos, conjunto del que mas tarde se separarían formando un dúo de gran éxito.

El nacimiento de un nuevo sonido

Fernando Arbex, en su etapa de Los Estudiantes quedó fascinado por un estilo que es conocido como el mersey beat o mersey sound, por ser originario de la región de Merseyside a la que pertenece Liverpool, la ciudad que vio nacer a The Beatles, y que se caracterizaba por combinar de un modo especial y distinto la melodía con el ritmo, dos elementos que entonces se consideraban antagónicos y por tanto incompatibles, hasta que una serie de grupos como Gerrry and the Pacemakers, The Searchers, The Dominoes o Roy Storm and the Hurricanes (del que fue baterista Ringo Starr) lo popularizaron.

Este sonido fue el precursor de lo que mas tarde sería la música beat  (palabra que se puede traducir tanto como golpe o latido) un género cuyos instrumentos identificativos eran la guitarra eléctrica (por lo general una de acompañamiento y otra de punteo), un bajo eléctrico y percusión (batería). Precisamente, el especial modo de sincronizar estos dos últimos instrumentos (bajo y bateria) fue lo que caracterizaba a este sonido.

Originalmente, la parte vocal del mersey sound recordaba al estilo doo wop por la preponderancia de unos coros que repetían sonidos silábicos sin significado fonético alguno. Sin embargo, y a diferencia de aquél, en el mersey sound apenas se utilizaban los falsetes y prácticamente se prescindió de las exhibiciones de los sonidos vocales graves  que eran tan habituales y características del doo wop.

En un principio, los grupos mersey sound y beat interpretaban, a su modo, temas conocidos del rock an roll o del Rockabilly con una suerte de adaptaciones mas que versiones hasta que The Beatles empezaron grabar sus propias composiciones y algo nuevo hizo su aparición en un panorama que aun hoy sigue en perpetuo crecimiento.

Del mersey sound a Los Brincos

Regresemos de nuevo a España y centrémonos ahora en Fernando Arbex, un músico en potencia que antes mucho antes de los veinte años hizo alarde de poseer una sensibilidad, creatividad y unos conocimientos suficientes para llegar a asimilar las nuevas tendencias que se estaban gestando en Inglaterra y plasmarlas en la composición de unos temas que poco a poco iba escribiendo dejando constancia en ellos de una fusión de ritmos, voces y armonías que aun hoy nos suenan innovadoras cuando, medio siglo después, escuchamos las grabaciones de los pioneros del rock español.

Ya en su primer grupo, Fernando Arbex dejó bien claro cuales eran sus influencias, así como también que no sólo quedó impresionado al escuchar en 1962 los primeros discos de The Beatles sino que, mucho antes, había bebido en las misma fuentes que ellos y otros muchos grupos como Yardbirds, Who o Rollings.

De todo el material (dificilísimo de conseguir en España) que iba llegando de Inglaterra, lo que mas le sedujo a Fernando no fueron las canciones que sonaban en las caras ‘A’ de los singles, las que entraban en las listas de éxitos, sino en aquellos temas más difíciles relegados a la cara ‘B’ que, junto a otros perdidos en los LP como canciones de relleno, pasaban desapercibidos para los fans menos receptivos a los sonidos mas inovadores.

Así pues, aunque siempre se haya dicho que el grupo que Fernando Arbex fundó junto a Juan Pardo, Antonio Morales (Junior) y Manolo Gonzáles era una versión española de The Beatles, y aunque, efectivamente, Los Brincos sonaran muy parecido a ellos en algunas canciones de su primer LP (sobre todo ciertos temas cantados en inglés),  no era así porque imitarlos fuera único objetivo o porque Maryní Callejo (la joven productora que con sólo diecinueve años se encargó de su lanzamiento) se empeñara en ello, sino porque, al igual que The Beatles y tantos otros grupos anglosajones, Los Brincos adoptaron como referencia el modo de hacer música The Searchers (1960), verdaderos precursores del mersey sound así como de cierto folk-rock que más tarde adaptarían y popularizarían The Byrds al otro lado del Atlántico.

Ya conocemos pues que influencias marcaron las pautas de lo que sería en el sonido brincos, no sólo en su nacimiento (1964) sino también en los años setenta e incluso como repercusión en los sonidos que caracterizaron a otros grupos que, expensas de sus componentes, surgieron a partir de la evolución de su matriz.

Pero no corramos tanto, al menos no por ahora, pues tiempo habrá en nuevas entregas de conocer la transición desde el punto de partida a los puntos de destino que alcanzó esta formación a través de cada uno de sus miembros, de los cuales, y aunque de momento nos hayamos centrado más en la figura de Fernando Arbex, simultánea e independientemente también Juan Pardo, Junior y Manolo González evolucionaron desde sus respectivos grupos y bebieron de las mismas fuentes así como de otras influencias que modularon la creatividad de cada uno de ellos y perfilaron la individualidad que mas tarde aportarían cuando finalmente los cuatro confluyeron, intercambiaron sus ideas, expusieron sus planteamientos y de la mano y producción de la joven-madura Maryní Callejo se materializó el nacimiento de Los Brincos.

Para Maryní Callejo fue un reto que, pese a su juventud, Zafiro le encargara en 1964 la producción y el lanzamiento musical de un nuevo conjunto que en realidad se materializaría con el sello Novola (una filial de la discográfica, que aludía a la nueva ola musical). Según sus propias palabras, “tuve que poner un poco de orden en las alocadas ideas del grupo“, y el resultado fue el mayor éxito del pop español hasta entonces conocido. Maryní hizo los arreglos de todas las canciones que habían compuesto los integrantes del grupo (sobre todo Fernando y Juan que también aportaron canciones propias, incluso grabadas con anterioridad como era el caso de Nila, de Juan Pardo) y apareció como coautora habida cuenta de que al no ser músicos profesionales, era necesario que alguien que perteneciera a la Sociedad General de Autores firmara también como autor.

Pero de todo esto hablaremos en una segunda entrega y dejaremos en este punto la historia de los Brincos una vez conocido, al menos, cual fue unos de los factores e influencias que contribuyó a crear su singular sonido.

 

 

Alberto Soler Montagud

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2 respuestas a LOS BRINCOS – EL NACIMIENTO DEL SONIDO “BRINCOS”

  1. antonio sanchez dijo:

    Quiero informarle que estudie en el Tecnológico de MOnterrey en Monterrey Nuevo Leòn, y en reuniones de bohemia junto con uno de mis hermanos cantàbamos las canciones de Los Brincos , un grupo que a mi en lo personal lo considerè fuera de serie
    ademàs de las canciones y el sonido muy especial. En la actualidad seguimos interpretando las canciones de los Los Brincos como “Nila” que a todos les gusta “Flamenco” etc Le gradecemos la publicaciòn de esta historia que es partye de mi vida musical (soy mùsico amateur) saludos

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