LA LOCURA PRODUCIDA POR LOS CELOS – Cine y Psiquiatría ‘ÉL’ (Buñuel 1952)

PSIQUIATRÍA Y CINE

“ÉL”

(Luis Buñuel, 1952)

 

“Él” es un filme del director de cine español Luis Buñuel perteneciente a lo que se conoce como su ‘etapa mexicana’.

Repleta de un simbolismo psicoanalítico, habitual en muchos de los filmes de este cineasta, esta película muestra el trastorno paranoico que sufre el protagonista a causa de unos celos patológicos cuyas consecuencias se plasman en una sucesión de episodios delirantes y paranoides acompañados de alucinaciones visuales y auditivas que, mas allá de reflejar el terrible drama que sufre don Francisco Galván (víctima y protagonista del filme) son descritos por Buñuel en una clave de sobreactuado melodrama que llega a desencadenar la hilaridad del espectador por la atmósfera de absurdo que acompaña a las reacciones y salidas de tono de un hombre que confunde la realidad con sus delirios mientras, quienes le rodean, lo contemplan con desconcertada estupefacción

Es especialmente significativa una escena en la que Francisco entra en el dormitorio de su amada provisto de una hoja de afeitar, aguja e hilo y dispuesto a  coserle la vagina para asegurarse de que le será fiel.

Otra escena emblemática del filme tiene lugar en una iglesia (las obsesiones de Buñuel por la religión y el sexo están muy presentes en “Él”) cuando el protagonista, presa de una intensa alucinación visual y auditiva, ve a los devotos fieles riéndose de él y señalándolo con mofa. Francisco, no puede soportarlo y se lance sobre el sacerdote agrediéndolo ante el desconcierto de todos.

Puro surrealismo, magia del séptimo arte y genio por doquier acompañan a un certero análisis psicoanalítico de una celotipia de tipo paranoide. Buñuel expone minuciosamente (y muy bien documentada) la evolución de la psicopatía el personaje, algo que el gran público no llegó a percibir, pues casi todos reían en su estreno y la película fue un fracaso total por un desprecio a lo convencional que rechinaba en quienes esperaban una historia inteligible sometida a las reglas de la razón. Pero no es precisamente razón ni nada que obedezca a una lógica razonable lo que albergaba la mente de un celotípico paranoico y delirante como era ese Francisco Galván que Buñuel tan bien supo retratar.

Al final de la película, se ve al protagonista caminar en zigzag por un sendero. Lo inquietante y vagamente sugerente del zigzagueo de Francisco deja en el espectador un sentimiento muy poco tranquilizador así como significativo de que ha llegado a captar el infierno que habita en su mente.

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