EL PAPA RATZINGER SE MUESTRA PARTIDARIO DE CANONIZAR A PIO XII

Eugenio Pacelli

(Papa desde el 2 de marzo de 1939 al 9 de octubre de 1958)

 

El 12 de diciembre de 2009, Benedicto XVI firmó un decreto con el que daba el pistoletazo de salida a la inminente beatificación de su predecesor Eugenio Pacelli, el Papa Pio XII quien, pocos días después, era declarado Venerable.

Apenas dos meses antes, el actual pontífice (quien, sería oportuno recordar, se enroló en las Juventudes Hitlerianas en 1941) se había pronunciado partidario de hacer santo al controvertido Pacelli durante los actos celebrados para conmemorar el 50 aniversario de su muerte.
El rabino Shear Yashuv Cohen, uno de los invitados al Sínodo de Obispos en el que se celebraba el cincuentenario de la necrológica, hizo un airado manifiesto de censura ante el anuncio de la beatificación del Papa Pacelli en base a que, según declaró el rabino:

nunca llegó a pronunciarse públicamente, durante la Segunda Guerra Mundial, en contra del régimen de Hitler“.

Creemos que Pio XII no debería ser beatificado ni tomado como modelo cuando no llegó a levantar la voz aunque de manera secreta intentara ayudarnos…”

“…queda el hecho de que no habló, tal vez porque tuviera miedo o tal vez por otros motivos. Pero la realidad es que los judíos no podremos olvidarl este hecho
Lo cierto es que el anuncio de Benedicto XVI no ha hecho mas que reabrir viejas heridas en la comunidad judía. Como inmediata respuesta, el estado de Israel, que ha calificado de “insensible” la decisión papal, ha manifestado su repulsa al tiempo que ha exigido la apertura de los archivos vaticanos.

Como sea que la polémica está servida, considero tan oportuno como interesante practicar el sano ejercicio de refrescar la memoria con algunos datos históricos (todos ellos contrastados) que nos ayuden a elaborar una opinión lo mas objetiva e independiente posible al margen de cualquier connotacion ideológica o confesional.

 

(1)

Comenzarmos citando al filósofo, autor y editor austro-húngaro Dagobert D. Runes, fundador en Estados Unidos, en 1941, de laPhilosophical Library y responsable de la publicación de obras tales como “El judío y la cruz”“Dictionary of Philosophy”“Un mundo sin judíos”“El Tesoro de la Filosofía”.

 

 

No hay en realidad ningún acontecimiento público durante la era de Hitler, en Alemania y en Austria, donde las iglesias cristianas no hayan participado alborozadamente. Durante todo ese tiempo, el Cardenal Innitzer de Viena, firmaba su correspondencia con un “Heil Hitler”. Y el por entonces obispo de Roma, el Papa Pío XII, ex nuncio papal en Berlín, se negó a formular una súplica de piedad a favor de un millón de niños judíos que eran diezmados con gas en vagones herméticos y en cámaras letales.

Sin embargo, ese mismo Papa no vaciló en absoluto en alzar su vibrante y enfática protesta al presidente Roosevelt y al primer ministro Churchill porque aviones aliados bombardearan el monasterio de Monte Casino. En los sótanos de dicho monasterio se albergaban valiosos incunables y en los techos un puesto de avanzada nazi.

A pesar de las múltiples peticiones, el Papa Pío XII sostuvo fríamente que quería preservar su neutralidad y que cualquier exhortación en beneficio de los judíos, aunque se tratara de niños, mancharía la inmaculada prescindencia* que había observado hasta entonces”.

El mismo Pontífice honró, sin embargo, a numerosos jerarcas del nazismo con prolongadas entrevistas personales y distinciones extraordinarias a destacados funcionarios laicos alemanes, el más notorio de los cuales fue von Papen, diabólico mentor de Hitler”.

* abstención, abstinencia

Entrevista de Pio XII con Hitler

 

(2)


Siguen a continuación una serie de citas extraidas de textos y declaraciones del periodista, autor e investigador John Cornwell, especialista en divulgación científica y filosófica e interrelación ciencia-ética-humanidades. Cornwell es conocido por el gran público por sus libros de investigación sobre la historia el papado.

 

 

Hace ya varios años, que Corwell inició un estudio a partir de un apriorístico convencimiento de que el Papa Eugenio Pacelli nunca podría haber traicionado al pueblo judío.

El investigador pretendia demostrar que Pio XII era digno candidato a ser canonizado.

Sin embargo, conforme avanzaba en su investigacion, Cornwell llego a conclusiones totalmente opuestas a sus hipótesis de partida.

Conozcamos algunos detalles de sus trabajos y los hallazgos que le indujeron a dar un giro de ciento ochenta grados en la orientación de los mismos una vez que hubo consultado cientos de documentos celosamente custodiados en los archivos del Vaticano y a los Cornwell tuvo acceso según consta documentalmente.

 

“Siempre estuve convencido de que la evidente santidad de Eugenio Pacelli era una prueba de su buena fe. ¿Cómo prodría haber traicionado a los judios un Papa tan Santo?. Pedí acceso a documentos cruciales, asegurándoles a sus custodios que estaba del lado de mi investigado: en un libro titulado “Un ladrón en la Noche”, yo había defendido al Vaticano contra cargos del presunto asesinato del Papa Juan Pablo I por sus pares.”

“Dos oficiales me permitieron acceder a un material secreto consistente en una serie de declaraciones hechas bajo juramento y recopiladas hacía treinta años para avalar el proceso de canonización de Pacelli. También recurrí a fuentes alemanas en relación con las actividades de Pacelli en la Alemania nazi durante las décadas del ´20 y del ´30, incluídos sus contactos con Adolf Hitler.”

A mediados de 1997 me encontré en un estado de shock moral. El material que había juntado no apuntaba a una exoneración sino a una acusación aún más escandalosa.

La evidencia era explosiva ya que mostraba por primera vez que Pacelli era abiertamente, según sus propias palabras, antisemita.”

“En mayo de 1917, Eugenio Pacelli, que habia sido reclutado por el Vaticano para especializarse en cuestiones internacionales y derecho canonico, recorrió Alemania, destruída por la guerra, ofreciendo su caridad a gente de todas las religiones. Sin embargo, en una carta al Vaticano, reveló tener menos amor por los judíos. El 4 de septiembre le informó a Gasparri, cardenal secretario de estado en el Vaticano, que un tal doctor Werner, el Rabino Jefe de Munich, se había acercado a la nunciatura para rogarle un favor. Con el fin de celebrar el Succoth*, los judíos necesitaban hojas de palmeras, que normalmente llegaban de Italia. Pero el gobierno italiano había prohibido la exportación, vía Suiza, de unas palmeras que los judíos habían comprado y que estaban retenidas en Como”. “La comunidad israelita – continuaba Pacelli – busca la intervención del Papa con la esperanza de que abogue a favor de los miles de judíos alemanes”.

* fiesta judía de los Tabernáculos

Pacelli le dijo a Gasparri que no le parecía apropiado que el Vaticano los ayudara en la práctica de su culto judío”, a lo que Gasparri respondió diciendo que confiaba completamente en la “astucia” de Pacelli y que coincidía con él en que no sería apropiado ayudar al rabino Werner”.

Dieciocho meses mas tarde, Pacelli reveló su antipatía por los judíos de una manera más abiertamente antisemita cuando estuvo en el centro de una revuelta bolchevique en Munich. En una carta a Gasparri, Pacelli le describió a los revolucionarios y a su líder Eugenio Levien como “Un ejército de trabajadores corría de un lado a otro, dándo órdenes, y en el medio, una pandilla de mujeres jóvenes, de dudosa apariencia, judías como todos los demás”.

“Hitler, que había logrado su primer gran triunfo en las elecciones de 1930, quería un trato con el Vaticano porque estaba convencido de que su movimiento sólo podía tener éxito si se eliminaba al catolicismo político y sus redes democráticas. Luego de su ascenso al poder en enero de 1933, Hitler consideró prioritaria una negociación con Pacelli.”

El Concordato del Reich garantizó a Pacelli el derecho a imponer un nuevo Código de Leyes Canónicas sobre los católicos de Alemania. A cambio, Pacelli colaboró en el retiro de los católicos de la actividad política y social. Luego Hitler insistió en la disolución “voluntaria” del Partido Central Católico Alemán”.

Los judios fueron las primeras víctimas del Concordato. Tras la firma del mismo, el 14 de julio de 1933, Hitler dijo a su gabinete que el tratado había creado una atmósfera de confianza “especialmente significativa en la lucha urgente contra el judaísmo internacional”. Aseguraba que la Iglesia Católica le había dado su bendición pública al nacional – socialismo, incluída su posición antisemita.”

“Durante los años ´30, a medida que el antisemitismo nazi crecía en AlemaniaPacelli no se quejó ni siquiera en nombre de los judios convertidos al catolicismo: para él, solo se trataba de una cuestión de política interna.”


Unidos por su antisemitismo y odio al comunismo.

 

“En enero de 1937, tres cardenales y dos obispos alemanes viajaron al Vaticano para pedir una vigorosa protesta contra la persecución nazi de la Iglesia Católica, a la que se le habían suprimido todas las formas de actividad con excepción de los servicios religiosos. Finalmente, el entonces Papa Pío XI decidió lanzar una encíclica, escrita bajo la dirección de Pacelli, en la que no había ninguna condena explícita al antisemitismo.”

“En el verano de 1938, mientras agonizaba, Pio XI se preocupó por el antisemitismo en Europa y encargó la redacción de otra encíclica dedicada al tema. El texto, que nunca vió la luz, fue descubierto recientemente. Lo escribieron tres jesuitas, pero presumiblemente Pacelli estuvo a cargo del proyecto. Se iba a llamar Humani Generis Unitas (La unión de las raza humana) y, a pesar de sus buenas intenciones, estaba plagada del antisemitismo que Pacelli había mostrado durante su primera estancia en Alemania.Los judios, dice el texto, eran responsables de su destino, Dios los había elegido, pero ellos negaron y mataron a Cristo. Y“cegados por su sueño de triunfo mundial y éxito materialista” se merecían “la ruina material y espiritual” que se habían echado sobre sí mismos.

El documento advierte que defender a los judíos como exígen “los principios de humanidad cristianos” podría conllevar el riesgo inaceptable de caer en la trampa de la política secular.

La encíclica llegó a los jesuitas de Roma a finales de 1938 y, hasta el día de hoy, no se sabe por qué nunca llegó a manos de Pío XI.

Pacelli, convertido en Papa el 12 de marzo de 1939, sepultó el documento en los archivos secretos y les dijo a los cardenales alemanes que iba a mantener relaciones diplomáticas normales con Hitler.”

Pacelli conoció los planes nazis para exterminar a los judíos de Europa en enero de 1942. Las deportaciones a campos de exterminio habían comenzado en diciembre de 1941. A lo largo de 1942, Pacelli recibió información confiable sobre los detalles de la solución final provista por los británicos, franceses y norteamericanos en el Vaticano.”

“El 17 de marzo de 1942, representantes de las organizaciones judías reunidos en Suiza le enviaron un memorándum a través del nuncio papal en Berna, donde detallaban las violentas medidas antisemitas en Alemania, en sus territorios aliados y en zonas conquistadas. Sin embargo, edl memorándum fue excluído de los documentos de la época de la guerra que el Vaticano publicó entre 1965 y 1981.”

“En septiembre de 1942, el presidente norteamericano Franklin Roosevelt envió a su representante personal, Mylon Taylor, para que le pediera a Pacelli una declaración contra el exterminio de los judíos. Pacelli se negó a hablar porque debía elevarse sobre las partes beligerantes.”

“El 24 de diciembre de 1942, finalmente, Pacelli habló de “aquellos cientos de miles que, sin culpa propia, a veces sólo por su nacionalidad o raza, reciben la marca de la muerte o la extinción gradual”. Esa fue su denuncia pública mas fuerte de la solución final.”

“Pero hay algo peor. Tras la liberación de Roma por las tropas aliadas, Pio XII pronunció su superioridad moral retrospectiva por haber hablado y actuado a favor de los judíos. Ante un grupo de palestinos, manifestó el 3 de agosto de 1946:

“Desaprobamos todo uso de fuerza (….) como en el pasado condenamos en varias ocasiones las persecuciones que el fanatismo antisemita infligió al pueblo hebreo”.

Su autoexculpación grandilocuente un año después del fin de la guerra demostró que no sólo fue Papa ideal para la solución final nazi, sino también un hipócrita que faltaba a la verdad.”

 

(3)


Llegado a este punto no quisiera hacer más extenso este post.

Tengo la certeza de que he dejado en el tintero muchos detalles que, sin duda, ayudarían a forjar aun más su opinion a aquellos desinformados que ignoran o no quieren reconocer algunas evidencias históricas tales como la bendición del Papa Pio XII a los carros blindados nazis que luego se lanzarían a matar a quienes la Iglesia Católica consideraba comunistas.

 

Pongo punto y final a este artículo con el deseo de que cada cual extraiga sus propias conclusiones acerca de la conveniencia (y la coherencia ideológica y confesional) de que el Vaticano declare santo al Papa Eugenio Pacelli.

 

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