¿POR QUÉ LOS NIÑOS IMITAN A LOS ADULTOS?

¡Como sois los mayores! A veces no comprendéis nada y a los niños nos resulta aburrido explicaros cosas que son sencillas. Por ejemplo, tenéis que entender que imitar a mamá cuando se pinta o a papá cuando se afeita, es sólo un juego.

Introducción

Cuan cierta es la afirmación de que el comportamiento de los niños es un reflejo del comportamiento de los adultos. Y cuan cierto es también lo indulgentes que les toca ser a los pequeños cuando los adultos los cuestionan y reprenden al cometer alguna travesura emulando el comportamiento de sus mayores.

¿Qué es la imitación?
¿Por son tan proclives los niños a imitar a sus mayores y sobre todo a sus padres?
¿Por qué son tan importantes las consecuencias de este mimetismo en la educación y el sano desarrollo del niño?

Los niños son esponjas y los adultos espejos

Consideremos que los niños son como esponjas siempre dispuestas a aprehender toda la información les sea posible, cuanta más mejor. El desarrollo cognitivo es un proceso mediante el cual el cerebro absorbe y procesa la información que al niño le llega de afuera y a la que le confiere un “significado”. El cerebro de un bebé “da significado” a esa información gracias la interacción con las personas que tiene más cerca su entorno, (fundamentalmente padres, hermanos), iniciándose así una serie de experiencias que dan lugar a un aprendizaje en el que la imitación jugará un importante papel, al ofrecer infinitas oportunidades para adquirir y perfeccionar nuevas habilidades. Pero aun hay algo más importante, pues también la imitación actúa como base para el desarrollo de la empatía, entendiendo como tal la capacidad de experimentar en si mismo lo que otra persona siente.

Es un hecho que los infantes de diversas, distintas y distantes culturas muestran la misma habilidad para imitar ya que la capacidad para la imitación no se adquiere o aprende sino es algo con lo que se nace por ir impreso en el código genético independientemente de cual sea la etnias o culturas del bebé.

Desde el punto de vista neurofisiológico, podemos comprender la importante es la imitación si consideramos que cuando un bebé ejecuta algo tan sencillo y frecuente como sacar la lengua imitando al adulto que tiene frente a él, se produce la activación de la misma área del cerebro que, en etapas ulteriores, permitirá el desarrollo de la empatía.

¿Por qué es importante la imitación?

 

La importancia de la imitación radica en que ayuda a que los niños aprendan.

Ya en las mas tempranas edades, los niños son proclives a imitar el comportamiento de sus padres y/o proveedores de cuidados, de tal modo que todo lo que hagan (o dejen de hacer) esos adultos, se convertirá en lecciones que dejarán improntas en el desarrollo de la mente en la que los niños tienden a almacenar tanto las imágenes positivas como las negativas que son capaces de imitar y poner en práctica posteriormente

Según el efecto esponja antes mencionado, los niños tienden a convertirse en un reflejo mimético de la sociedad a la que pertenecen, un reflejo que estará condicionado por las tendencias que perciban en el ámbito familiar, el escolar y cualquier otro que constituya su marco de relación.

Todo aquello que suponga el contacto con un ser humano que se encuentre en el entorno cotidiano del niño, podrá ser fijado por éste. Evidentemente, quienes más tiempo compartan con él niño, serán quienes más influyan en sus posibles conductas futuras.

Exponiéndolo de un modo intencionadamente simplista, podríamos enumerar tres fases en este proceso: la primera sería la de fijación,  la segunda la de imitación (o mímica) y ya por último, en la tercera, se instaurará (o se adquirirá) un determinado patrón de conducta.

¿Qué pueden hacer el adulto para que el moldeado del niño sea saludable?

Si bien es cierto que hay un condicionante genético que predispone e influye en cual será su conducta y forma de ser, es importante considerar que el niño pasará una gran parte de sus primeros años de vida imitando a sus padres en aspectos como los gestos, entonación, léxico, conducta… de tal modo ciertas campañas de educación infantil del estilo “si tu lees, ellos leerán” adquieren credibilidad desde una perspectiva psicológica y neurológica y son válidas desde el punto de vista socio-educativo.

Ni que decir tiene que si el comportamiento de los padres (y los mayores en general íntimamente ligados al infante) es socialmente reprobable, probablemente también lo serán muchas de las habilidades que el niño aprenda de ellos por imitación.

Conclusiones

Los padres –y los adultos responsables del infante– deben ser siempre conscientes de que su comportamiento y sus actitudes serán decisivas en el modelamiento  del  futuro comportamiento y las expectativas del menor.

Si es nuestro afán que un niño adquiera hábitos saludables, deberemos practicarlos ante él (por ejemplo, procurar que nos vea leyendo con frecuencia si deseamos incrementar las posibilidades de que acabe siendo un buen lector) y tener en cuenta que nuestras reglas éticas y sociales, muy  probablemente serán las que de mayor definan su propio comportamiento.

El cómo somos como padres, educadores y en general el cómo nos comportamos como adultos es el espejo que reflejará el cómo se comportarán y serán quienes educamos y formamos.

Pensemos que criar y educar es una inversión a muy largo lazo, que imitar es jugar y que los juegos son aprendizajes que se potencia si la enseñanza se sustente en el refuerzo mas que en el castigo.

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