SUSPICIOUS MINDS – ELVIS PRESLEY

 

Mark James, autor de temas tan celebrados como “Hooked on a feelin”“Always on my mind” escribió y grabó en 1968 una de esas canciones que ya antes de quedar prensada en el vinilo están predestinadas a convertirse en superventas y entrar en la categoría de “temazo” por los siglos de los siglos: “Suspicious Minds”.

La versión de Mark James, que sin ser una maravilla era la versión del autor y eso le confiere un valor incuestionable, vio la luz como uno de esos temas del country melódico capaz de seducir hasta a quienes no les gusta el country. Sin embargo, a la interpretación de James le faltaba ese toque especial capaz de convertir en genial a un tema ya bueno de por si.

Cuando Elvis Presley escuchó “Suspicious Minds” quedó seducido de inmediato por su letra y sobre todo por su música, por ello, y a través de su productor, contactó con el autor para solicitarle el tema con la promesa de que haría de él una versión que sería todo un éxito. Y vaya si lo logró.

En enero de 1969, el Rey se metió en el estudio y grabó “Suspicious Minds” de un modo bastante fiel a la versión original en una sesión histórica en la que grabó también “In the Ghetto”, el segundo pilar que le afianzó en su regreso a los escenarios tras un largo tiempo de inactividad y de pobre respuesta por parte del público.

Elvis interpretó por primera la canción de Mark James vez en la mítica actuación-reaparición en el Hilton de Las Vegas el 31 de julio de 1969 y el 26 de agosto salió a la venta el single que se convertiría en el primer y último número uno de su última etapa en la que Elvis consiguió recuperar la popularidad perdida después de muchas y muy malas películas y un sin fin de canciones de escasa calidad. Después, ningún otro single de Elvis escaló hasta el high-top de las listas norteamericanas.

Como la canción prometía ser una mina, el Coronel Parker, manager de Elvis, intentó su maniobra habitual de “robar” los derechos de autor a fin de que éste pasara a ser de su autoría, sin embargo, Mark James no estuvo por la labor y por muy poco no se fue al traste la grabación de no ser por la oportuna intervención de Elvis que, haciendo caso ajeno a las recomendaciones de Tom Parker, se negó a perder la oportunidad de incorporar”Suspicious Minds” a su repertorio.

 

EL TEMA

“Suspicious Minds” relata los problemas de una relación amorosa marcada por la inseguridad y por los celos.

Desde un punto de vista estrictamente técnico y musical, la canción entra de pleno en el género de las baladas country con la especial característica de aportar un toque gospel aportado sobre todo por los coros.

En el tema encontramos dos partes bien definidas cuya alternancia marca un efectivo cambio de ritmo al pasar de un rápido 4/4 a un 3/4 mucho más lento para regresar de nuevo al 4/4 inical retomando así la tónica más dinámica del registro.

Llama poderosamente la atención un intencionado “fade-out” que puede escucharse a partir del minuto 3’:43” cuando el sonido se va desvaneciendo poco poco a poco durante casi quince segundos en los que parece que la canción vaya a finalizar para, súbitamente, resurgir de nuevo con fuerza como si se resistiera a desaparecer del todo. Esta característica fue explicada por los productores como una atenuación intencionada con la que se pretendía transmitir al oyente la mayor coherencia posible entre el mensaje de la letra y la música que la envuelve.

Como dato curioso, destacaré que en los coros, que como ya hemos dicho confieren al tema un notable aire gospel, interviene Donna Jean Godcheaux, quien luego sería vocalista de la banda de rock Grateful Death.

 

VERSIONES DESTACABLES DE “SUSPICIOUS MINDS”

Además de la “versión original” de Mark James y la “oficial” de Elvis Presley, hay muchas otras versiones aunque no tantas como cabría desperar de un tema tan bien instalado en los más conocidos rankings de canciones favoritas.

En primer lugar me gustaría destacar la versión de la cantante de soul Dee Dee Warwik (hermana de Dioone Warwik), quien realiza una excelente interpretación que posibilita el lucimiento de todos los matices de su excelente voz y la canción en un “auténtico” tema soul que parece como si hubiera sido escrito especialmente para ella. La versión de Dee Dee Warwik coincidió en las listas de éxitos con la de Elvis durante 1970, aunque sin llegar a rebasar el puesto número 80.

Otra versión a destacar es la que Waylon Jennings (quizás el mayor propulsor del movimiento Outlaw que revolucionó, en los años ´70, el circuito comercial de la música country) grabó junto con su esposa Jessi Colterpara el sello RCA en 1970 y que alcanzó el número 25 en la lista Bilboard en noviembre de 1970. El tema fue relanzado en 1976 alcanzando entonces elnúmero 2 de la lista de ventas.

Candi Staton, cantante de Gospel nacida en Alabama en 1940, hizo una versión de “Suspicious Mind” que alcanzó un éxito considerable en el Reino Unido en 1982.

También la La banda Fine Young Cannibals (con la participación en los coros de Jimmy Somerville y su pecualiar voz) grabó en 1986 una versión del tema que alcanzó el puesto numero 8 en Reino Unido.

Igualmente es destacable la grabación de “Suspicious Minds” realizada por el cantante country Dwight Yoakamincluída en la banda sonora de la película “Luna de miel para tres” (“Honeymoon in Vegas”) estrenada en 1992. El tema fue incluido mas tarde en álbum recopilatorio “The Very Best of Dwight Yoakam”.

“Distinta” podría ser el calificativo más apropiado para la versión de “Suspicious Minds” hecha por Gary Glitter, creador del glam-rock, un género musical nacido en Gran Bretaña en pleno auge del Gay Power (recordemos los cultores del gay-rock y del glam-rock como Lou Red o su amigo David Bowie que enarbolaron la iconografía nostálgica mas andrógina de la época) y caracterizado por la proliferación de cantantes luciendo vestimentas plateadas y un profuso maquillaje con predominio de purpurinas y barras de labios, y que alcanzó su apogeo a principios de la década de los ´70

En 1996 también la banda de pop punk estadounidense Bowling for Soup sucumbió a la magia del tema grabándolo en uno de sus álbumes.

 

En 2002 Gareth Gates (jovencísimo cantante británico nacido en 1984) lanzó un single con dos “caras A” que alcanzó el número 1 en las listas del Reino Unidos. Los temas de este sencillo fueron sus versiones de “The long a winding road” y una buenísima interpretación de “Suspicious Mind”.

Entre las mas recientes versiones grabadas de este tema que, como vemos, sigue estando vigente, destaca la de la banda estadounidense Rusted Root (2009) conocida por su fusión de bluegrass, rock y una base de percusión étnica, y, ya por último la del cantante pop norteamericano Clay Aiken (2010)

 

LA LETRA DE LA CANCIÓN


SUSPICIOUS MINDS


WE´RE CAUGHT IN A TRAP

I CAN´T WALK OUT

BECAUSE I LOVE YOU TOO MUCH BABY

 

WHY CAN´T YOU SEE

WHAT YOU´RE DOING TO ME

WHEN YOU DON´T BELIEVE A WORD I SAY?

 

WE CAN´T GO ON TOGETHER

WITH SUSPICIOUS MINDS

AND WE CAN´T BUILD OUR DREAMS

ON SUSPICIOUS MINDS

 

SO, IF AN OLD FRIEND I KNOW

DROPS BY TO SAY HELLO

WOULD I STILL SEE SUSPICION IN YOUR EYES?

 

HERE WE GO AGAIN

ASKING WHERE I´VE BEEN

YOU CAN´T SEE THESE TEARS ARE REAL

I´M CRYING

 

WE CAN´T GO ON TOGETHER

WITH SUSPICIOUS MINDS

AND BE CAN´T BUILD OUR DREAMS

ON SUSPICIOUS MINDS

 

OH LET OUR LOVE SURVIVE

OR DRY THE TEARS FROM YOUR EYES

LET´S DON´T LET A GOOD THING DIE

 

WHEN HONEY, YOU KNOW

I´VE NEVER LIED TO YOU

MMM YEAH, YEAH

 

 

MENTE SUSPICAZ

(PENSAMIENTOS DESCONFIADOS)


ESTAMOS ATRAPADOS EN UNA TRAMPA

NO PUEDO MARCHARME

PORQUE TE AMO DEMASIADO NENA

 

¿PORQUÉ NO PUEDES VER

LO QUE ME HACES

CUANDO NO CREES UNA SOLA PALABRA QUE DIGO?

 

NO PODEMOS SEGUIR JUNTOS

CON UNA MENTALIDAD SUSPICAZ

Y NO PODEMOS CONSTRUIR NUESTROS SUEÑOS

EN PENSAMIENTOS DESCONFIADOS

 

ASÍ QUE SI UN VIEJO AMIGO QUE CONOZCO

LLEGA POR AQUÍ PARA SALUDAR

¿SEGUIRÍA VIENDO DESCONFIANZA EN TUS OJOS?

 

AQUÍ VAMOS OTRA VEZ

PREGUNTANDO DONDE HE ESTADO

NO PUEDES VER QUE ESTAS LÁGRIMAS SON REALES

ESTOY LLORANDO

 

NO PODEMOS SEGUIR JUNTOS

CON UNA MENTALIDAD SUSPICAZ

Y NO PODEMOS CONSTRUIR NUESTROS SUEÑOS

EN PENSAMIENTOS DESCONFIADOS

 

OH DEJA QUE NUESTRO AMOR SOBREVIVA

O SECA LAS LÁGRIMAS DE TUS OJOS

NO HAY QUE DEJAR QUE UNA COSA BUENA MUERA

 

CUANDO NENA, TU SABES

NUNCA TE HE MENTIDO

MMM SÍ, SÍ

 

Como curiosidad final no he podido reprimir la tentación de incluir un enlace con la versión en español que de “Suspicious Minds” hace un colombiano llamado Marco (también conocido como “La Voz”), toda una muestra de mal gusto tan, tan cutre que hasta puede llegar a ser entrañable.

 

 

 


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UNA CANCIÓN QUE INVITA A LA REFLEXIÓN: “MY WAY” de Frank Sinatra.

Gracias a CLOTILDE SARRIÓ por cederme este artículo de su WEB  -  http://www.facebook.com/gestalt.valencia

Todos sabemos gozar del lado soleado de la vida, pero la ‘doctrina Sinatra’ exige ser también uno mismo cuando llegan los golpes

 

En 1969, Frank Sinatra grabó la adaptación al inglés realizada por Paul Anka de Comme d’habitude, una canción popular francesa de la que solo quedó la melodía. Aunque el disco no fue un éxito inmediato, con el tiempo esta balada crepuscular se convirtió en la enseña del cantante y actor. El mismo Mijaíl Gorbachov, como dirigente soviético, bautizó su política de no intervencionismo en los países de la órbita comunista como la “doctrina Sinatra”.

¿Qué tiene esta pieza que ha inspirado a artistas tan dispares como Elvis Presley, Luciano Pavarotti o Sid Vicious?

Es, en esencia, una autoayuda en forma de pieza de tres minutos, ya que en su relato retrospectivo habla de tomar decisiones, de nuestra actitud frente a los éxitos y dificultades, así como del valor de seguir un camino propio.

Además de revisar el contenido de este clásico popular del siglo XX, en este artículo analizaremos en clave práctica siete momentos de la canción para que cada cual pueda vivir a su manera.

EL FINAL YA ESTÁ AQUÍ

“Lo que es capaz de matarte también puede hacerte renacer” (Boris Božic)

Cada vez que experimentamos un cambio dramático nos vemos obligados a partir de cero. Suponen momentos de gran impacto emocional, pero también son oportunidades de emprender otros rumbos que de otra manera jamás habríamos podido explorar. Algunos ejemplos de finales que llevan a nuevos principios:

• La ruptura con una pareja que no funcionaba bien crea el espacio para encontrar a alguien que sí encaje.

• Ser despedido abre la puerta a una nueva orientación profesional y a descubrir incluso la verdadera vocación.

• Un accidente o una larga enfermedad permite analizar nuestra vida, corregir errores y renacer con un nuevo proyecto.

En todo final está escrito el principio si estamos dispuestos a empezar de nuevo con un horizonte que sea nuestro, en lugar de uno prestado.

RECORRÍ TODOS LOS CAMINOS

“No importa lo negras que parezcan o sean las cosas. Levanta la mirada y mira las posibilidades: no dejes de verlas porque siempre están ahí” (Norman Vincent Peale)

Uno de los temas presentes en My way es la encrucijada de caminos que es la vida de todo ser humano. Hay desvíos, largos rodeos y senderos divergentes que nos obligan a tomar decisiones. Esto separa a las personas de perfil conformista de los emprendedores. El conferenciante y motivador Anthony Robbins asegura que las personas con éxito tienden a tomar decisiones con rapidez y tardan en retractarse de sus planteamientos, porque creen en ellos. A la inversa, las personas que fracasan suelen ser lentas en decidirse y cambian de opinión con frecuencia.Cada decisión en nuestra vida nos obliga a definirnos, por lo que incluso si el resultado no es el esperado,haber elegido por nosotros mismos nos lleva un paso más adelante en nuestra evolución personal.

PASOS MÁS LARGOS

“No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas” (Séneca)

Son pocas las personas que disfrutan embarcándose en proyectos aparentemente imposibles. El resto se aferran a mantenerse lo más alejadas posibles del riesgo.

El especialista en estrategia empresarial César Gutiérrez señala que tomar decisiones produce fatiga cerebral, ya que incluye estos tres procesos:

a) Considerar las diferentes opciones.

b) Sacrificar las ventajas de una a cambio de lo que nos ofrece la otra.

c) Transición de un estado mental evaluativo a otro decisorio.

Elegir es cansado, sobre todo cuando nos enfrentamos a decisiones radicales. Sin embargo, el inmovilismo acaba siendo más agotador incluso, ya que nos sume en la frustración de ver cómo se nos escapan trenes que podrían conducirnos a otros destinos.

AMIGO, LO DIRÉ SIN VUELTAS

“En caso de duda, cuenta la verdad” (Mark Twain)

Este momento de la canción nos habla de la importancia de expresar nuestro parecer ante los demás. Las personas que manifiestan abiertamente lo que piensan pueden encontrarse en un primer momento con algunas fricciones, pero a la larga evitan muchos conflictos.

Quienes tratan de agradar siempre y callan si no están de acuerdo, tendrán que soportar reacciones desproporcionadas cuando disientan. Esto es así porque el entorno de cada uno se acostumbra a un determinado nivel de sumisión. Por consiguiente, viviremos mucho más tranquilos si somos capaces de decir sin vueltas lo que pensamos y sentimos.

ME TOCÓ GANAR, TAMBIÉN PERDER

“La victoria y el fracaso son dos impostores y hay que recibirlos con idéntica serenidad y un saludable punto de desdén” (Rudyard Kipling)

Tomar decisiones y definirse a través de ellas implica estar expuesto a los vaivenes de la fortuna. Las personas proactivas fracasan a menudo, pero saben extraer de ello lecciones para volver a la carga con otras estrategias y objetivos, con lo que el balance final siempre es positivo. En cambio, los que temen perder se aferran a lo que tienen y son incapaces de salir de su zona de confort. Su inmovilidad les impedirá alcanzar nuevas metas.

SER FIEL A SÍ MISMO

“Hace falta valor para crecer y convertirte en lo que realmente eres” (E. E. Cummings)

Siguiendo el hilo de la balada, ser fiel a uno mismo es elegir nuestro propio camino según los planes y objetivos diseñados por cada uno. Sin embargo,nuestra capacidad de escribir nuestra historia a veces queda anulada por miedos o barreras que nos ponemos.

Según el psiquiatra Theodore Rubin, estos son algunos de los bloqueos más comunes para tomar decisiones:

1. Pérdida de contacto con los propios sentimientos. La persona está tan habituada a no escucharse que ya no sabe qué es lo que quiere.

2. Evitar problemas y ansiedad. Para no experimentar sufrimiento, muchos se anclan en la inacción y se resignan a ser espectadores de la vida.

3. Falta de confianza en sí mismo. Detrás de los que saltan constantemente de una alternativa a otra puede haber la convicción inconsciente de que ninguna opción suya es suficientemente buena.

4. Necesidad de agradar. A menudo evitamos tomar decisiones para huir de los conflictos o el rechazo.

5. Perfeccionismo. La creencia de que hay situaciones perfectas retrasa la toma de decisiones, a la espera de que se den unas condiciones ideales.

6. Temor a equivocarse. Este sentimiento de inseguridad se retroalimenta, limitando cada vez más nuestra capacidad de actuar.

7. Distorsión de la presión del tiempo. Pensar que no hay tiempo para cambios frena la toma de decisiones.

LO HICE TODO A MI MANERA

“Caer está permitido. Levantarse es obligatorio” (proverbio ruso)

Al trazar nuestro propio camino, están aseguradas las equivocaciones y derrotas, las pequeñas y grandes pérdidas. También los aciertos, los éxitos y las ganancias. Todo el mundo sabe gozar del lado soleado de la vida, pero la doctrina Sinatra exige no dejar de ser uno mismo cuando en lugar de parabienes nos llegan golpes. Si reaccionamos con rabia y resentimiento, culpando a terceras personas, estaremos negando que somos dueños de nuestros actos y, por tanto, abandonamos el mando de la situación.

Quien sabe vivir a su manera encontrará su propia vía para salir de la crisis. Solo así, cuando caiga “el último telón” del que habla la canción de Paul Ankaestaremos satisfechos con la obra de nuestra vida.


“A MI MANERA”, AL PIE DE LA LETRA

El final ya está aquí y enfrento el último telón. Amigo, lo diré sin vueltas (…).

Tuve una vida satisfactoria. Recorrí todos y cada uno de los caminos. Y más, mucho más aún. Lo hice todo a mi manera… Tristezas, algunas tuve que no vale la pena comentar (…).

Planeé cada etapa programada, cada cuidadoso paso en mi camino (…).

Hubo momentos en que di pasos más largos que mis piernas (…).

Afronté los hechos y me mantuve intacto y lo hice todo a mi manera… Amé, reí y sufrí. Me tocó ganar, también perder (…).

Pues ¿qué es un hombre?, ¿qué ha logrado? Si no es fiel a sí mismo, no tiene nada. Decir las cosas que siente realmente y no las palabras del que se arrodilla. Mi historia muestra que asumí los golpes y lo hice todo a mi manera. (Paul Anka).

Fuente: Francesc Miralles a través de El País Semana

 

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ROY ORBISON: UN HOMBRE CON MALA SUERTE

 

 

 

ROY ORBISON

(1936 – 1988)

 

Si ha habido un hombre tocado por la mala suerte en la historia del rock, ese sin duda ha sido Roy Orbison, un cantante y compositor dotado de una espléndida voz que, de haber tenido un físico mas agraciado probablemente lo hubiera escogido la mítica discográfica Sun Records para un gran lanzamiento previsto a mediados de los cincuenta que finalmente recayó en un tal Elvis Aaron Presley.

El talento de Roy Orbison se vio oscurecido por una serie de tristes y sucesivas circunstancias (muerte de su esposa Claudette en un accidente de carretera, fallecimiento de sus hijos de 13 y 8 años en el incendio de su casa de Tennessee, dificultades de su visión que le impedían soportan la luz de los focos en los escenarios, etc.) que interrumpieron su carrera intermitentemente durante amplios períodos de tiempo.

Procedente de una familia humilde, Roy Orbison grabó por primera vez en solitario (antes formó varios grupos) lo que sería su primer éxito Ooby Dooby (1955). Luego pasó los siguientes años componiendo con escasa repercusión hasta que en 1960 grabó Only The Lonely y comenzó a disfrutar de una serie de éxitos en cadena durante los siguientes cinco años: Cryin, It’s OverOh, Pretty Woman

A continuación siguió un largo parón en su carrera debido a sus mencionadas circunstancias personales, y solo llegó a grabar un álbum durante la primera mitad de los setenta hasta que en 1976 volvió a grabar y mas tarde, al siguiente año, conseguir un éxito en las listas Country con un dúo interpretado con Emmylou Harris.

En 1985, la suerte llamó a la puerta de Orbison cuando una de sus viejas canciones, Oh, Pretty Woman, apareció en la película del mismo título y descubrió al cantante para las nuevas generaciones, una circunstancia que le incitó a regrabar sus viejos éxitos en un estupendo LP titulado In Dreams (1986).

Poco después sucedería algo muy importante para Orbison cuando fue llamado por Bob DylanTom PettyGeorge HarrisonJeff Lynne para formar “The Travelling Wilburys”, un super quinteto que alcanzó un éxito rápido y devolvió el optimismo y la ilusión a Roy Orbison así como unas cotas de popularidad que ni siquiera soñaba conseguir de nuevo.

Sin embargo, la mala suerte volvió a cebarse con Roy Orbison cuando en todo el esplendor y reconocimiento que le acompañó en su breve etapa con los Travellings (solo llegó a grabar un disco con ellos, y de hecho el grupo se disolvió tras grabar uno más) fueron mas que efímeros al sobrevenir su repentino fallecimiento en 1988.

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EL REGRESO DE SULLIVAN


(I)

Cuando el cuarto miembro del grupo finalizó su exposición sentí como un sudor frío había empapado mi espalda y experimenté, una vez mas, esa sensación de pánico que tan bien conozco y tanto ha condicionado mi vida desde hace casi veinte años. Éramos once a la mesa, una amplia y lujosa estructura rectangular de moderno diseño situada en el centro de un espacioso y luminoso despacho que incomprensiblemente se encontraba dentro de un hangar en una zona industrial de las afueras de la ciudad de Sofía. En una de las cabeceras de la mesa, la que quedaba de espaldas a un amplio ventanal, estaba el coordinador del Seminario de Armonización Empresarial al que mis colegas de la clínica psiquiátrica donde trabajo me enviaron en contra de mi voluntad. La otra cabecera estaba vacía de tal modo que éramos cinco a un lado frente a seis al otro de la mesa.

Cada uno de los participantes procedíamos de distintos países de los mas dispares y variopintos sectores empresariales. Constituíamos un grupo netamente heterogéneo en el que ninguno de los componentes conocía a los otros diez miembros del grupo. Esa era una de las condiciones para ser admitido en uno de los mas elitistas seminarios formativos para directivos de todo el planeta, no por razones arbitrarias sino para que la dinámica de grupo funcionara según lo previsto en lo que prometía ser una innovadora metodología de trabajo. Me encontraba pues en el grupo no por mi condición de psiquiatra sino por ser uno de los socios y copropietario de la clínica de salud mental donde ejerzo mi profesión.

Llegó un momento en el que percibí que todo iba bien pese a mi reticencia inicial para asistir al seminario. Lo que no acababa de entender era por qué el comité organizador había escogido Bulgaria como sede (cada año se celebraba la asamblea en un continente distinto), un país en el que nunca había reparado y que, debo reconocer, me agradó desde el primer momento. Tan rápida fue mi integración en el equipo que valoré como positiva mi presencia allí y hasta me sentía a gusto mientras escuchaba a cada participante exponer, según un riguroso turno impuesto por el coordinador, sus  motivaciones para participar en el seminario. Sin embargo, una vez  que el cuarto de los componentes del grupo hubo terminado de hablar, tanto yo como el resto de los participantes nos percatamos de que el individuo había repetido infinitas veces una misma frase durante los escasos tres minutos que duró su intervención (“ustedes ya saben lo que quiero decir, ¿verdad?”) como una especie de obsesiva cantinela que años atrás ya le había escuchado decir a alguien y que de pronto hizo que se dispararan mis alarmas.

Ya en principio, cuando el sujeto número cuatro se presentó al grupo en la primera rueda de intervenciones sentí un pálpito de incomodidad que no llegué a entender por lo injustificado del malestar que me transmitía su sola presencia. Tal vez fuera su actitud, el modo de articular las palabras o incluso su forma de gesticular. No lo supe ni lo tuve claro al principio pero todo él en conjunto me hizo retroceder a un pasado relativamente remoto y de pronto dudé de que John Newman fuera el verdadero nombre del hombre que repetía “ustedes ya saben lo que quiero decir, ¿verdad?” tantas veces como veces respiraba al hablar.

 

(II)

Aunque en principio no le encontrara una explicación razonable a mi recelo, la reiteración del tal Newman por repetir su machacona frase a punto estuvo de provocarme un ataque de pánico. Fue entonces cuando tuve claro que aunque hubiera cambiado de aspecto con el paso de los años, tras el nombre de John Newman se escondía la personalidad de un hombre muy distinto de ese quien decía ser. De pronto vino a mi mente el recuerdo de unas sesiones de evaluación psiquiátrica celebradas veinte años atrás y fue como si el tiempo se minimizara hasta convertirse los años en segundos y el pasado en un presente tan real como el miedo que  en ese momento sentía.

Corría el mes de enero de 1990 y yo actuaba como psiquiatra forense cuando un presunto asesino en serie llamado James Sullivan, que había sido mi paciente tiempo atrás, juró que me mataría “cuando todo esto termine” al estar convencido de que mi dictamen podría haberlo llevado al corredor de la muerte en lugar de a una institución psiquiátrica estatal como finalmente ocurrió. El fiscal había solicitado pena de muerte para Sullivan y todos en sala estábamos convencidos de que, en el mejor de los casos, el presunto asesino pasaría el resto de su vida entre rejas a no ser que el gobernador se levantara un día con el pie cambiado y decidiera que le administraran una inyección letal si finalmente era condenado a pena máxima. Pero la habilidad de la abogada de Sullivan, o tal vez el miedo que éste les transmitió a los miembros del jurado al asegurarles que regresaría del mas allá para matarlos a todos si era declarado culpable, hicieron que el veredicto considerara sus crímenes como la consecuencia de un trastorno mental y que nunca pisara la cárcel a pesar de que mi informe dejara bien claro que Sullivan supo lo que hacía en cada momento y discernió entre el bien y el mal cuando perpetró cada uno de sus asesinatos.

Tras la reclusión manicomial de Sullivan mi vida cambió por completo y no volví a ser el Franz Logan de antaño. Sufrí un intenso trastorno paranoico por miedo a que Sullivan escapara del centro psiquiátrico penitenciario donde estaba ingresado o se le diera de alta algún día. Si bien es cierto que nunca antes había temido por mi vida, desde que emití el informe Sullivan no he dejado de pensar en otra cosa mas que en llegar a perderla si se cumplía la profecía de aquél psicópata que desde entonces no pude apartar de mi mente.

(III)

Mientras el resto del grupo intervenía por turno rotatorio (curiosamente a mi me correspondió ser el primero en hablar) intenté reconducir mi miedo atribuyendo a una casualidad todo lo que me estaba sucediendo. «Tal vez sea un simple parecido físico entre Newman y mi antiguo paciente» pensé para explicar la reactivación de un delirio persecutorio que creía tener ya superado. Sin embargo, cada segundo que trascurría mayor era mi certeza de que Sullivan había regresado a mi vida bajo el nombre de John Newman y de que si estaba en Bulgaria era para cumplir su amenazante promesa.

Poco a poco me fue invadiendo el mismo miedo que sentía cada noche desde hacía veinte años atrás y comprobé como se incrementaba hasta rozar los límites del pánico. Era un miedo que me había ocasionado un exasperante insomnio que hizo de mí un adicto a los barbitúricos, unos fármacos que ya apenas se utilizan y que cada vez me cuesta mas conseguir, siempre con la ayuda de algún amigo anestesista que sabe mirar a otro lado cuando me ve desesperado.

Aproveché los vente minutos de descanso que siguieron a la intervención del undécimo participante para salir a la calle y fumar un cigarrillo tras otro mientras observaba a aquel psicópata departiendo amigablemente con unos y con otros. Sullivan –en ese momento no albergaba duda de que el falso Newman fuera James Sullivan y no otro- me pareció mucho mas joven que antaño mientras mi aspecto se había convertido en el de un viejo a pesar de que aun no he cumplido los sesenta. «Tal vez no me haya reconocido», reflexioné intentando aliviar la opresión que sentía en el pecho mientras mi corazón galopaba sin freno como si ansiara que sus cavidades estallaran.

(IV)

Eran las nueve de la noche cuando el coordinador del seminario puso punto y final a la sesión del día y se despidió de cada uno de nosotros mientras nos entregaba unas tareas personalizadas que deberíamos traer resueltas en nuestra cita de la mañana siguiente.

Aunque me alojaba en el Grand Hotel Sofía, un lujoso establecimiento situado en la calle Gurko, en pleno corazón de la ciudad y bastante lejos por tanto del apartado hangar donde se celebraba el seminario, decidí regresar dando un paseo tras consultar la ruta mas corta en el navegador que incorpora mi teléfono móvil y comprobar que no tardaría mas de media hora en llegar. Necesitaba despejarme y aclarar las ideas presintiendo que tal vez hubiera llegado a conclusiones erróneas. «Es imposible que sea él», me repetía una y otra vez intentando ser racional en medio de la confusión y el miedo que me invadía.

Cuando casi había conseguido tranquilizarme tuve la sensación de que había alguien que andaba detrás mío por unas calles que, al amparo de la penumbra, se me antojaron de pronto siniestras. Cabía la posibilidad de que solo fuera una apreciación errónea debida a mi alterado estado anímico, pero quise cerciorarme de que ninguno de los escasos viandantes que a esas horas deambulaban por los extrarradios de Sofía iba siguiéndome. Cambié de rumbo varias veces y  cuando di un nuevo giro aleatorio andando con paso firme como si supiera a donde me dirigía, me vi desorientado en medio de una calle desierta que tal vez no condujera. Y fue entonces cuando, al reparar de nuevo y ya sin duda en los pasos que sonaban tras de mí, no tuve mas remedio que admitir que alguien estaba seguía mi mismo camino, un camino que solo podía conducir a mi desesperación.

Me detuve en seco y simulé hacer una llamada desde el móvil mientras aprovechaba para comprobar en el navegador como de lejos me encontraba del centro. Mientras permanecía quieto consultando el iPhone que llevaba en la mano, los pasos del extraño sonaron mas contundentes y cada vez mas próximos hasta que un hombre pasó por mi lado sin mirarme siquiera. En cierto modo respiré aliviado cuando el tipo me rebasó pero me inquietó que conforme se alejaba disminuyera la velocidad de su marcha.

Guardé de nuevo el móvil en el bolsillo de mi chaquetón tres cuartos de Loden y comencé a andar, esta vez mucho mas deprisa, con intención de adelantar al sujeto. Al llegar a su altura agucé al máximo mis sentidos y en los escasos dos segundo que estuve en paralelo a él mientras le adelantaba pude identificarlo como John Newman a pesar de la gorra inglesa con la que se protegía del frío.

Intenté racionalizar de nuevo la situación y elaboré la teoría de que todo era una simple casualidad que se estaba aliando con mi miedo, sin embargo mis glándulas suprarrenales fueron mas irracionales cuando dispararon un chorro de adrenalina que corrió por mis arterias como un rayo dirigido al área mas agresiva de mi cerebro.

(V)

Tras rebasar a Newman, al situarme de nuevo delante de él decidí andar mas lentamente al tiempo que empezaba a caer una incómoda llovizna que modificó el sonido de los pasos que seguían allí martilleando mi cerebro con un ritmo exasperadamente acompasado con los latidos que sentía en las sienes y que presagiaban una de mis peores migrañas. Crucé una calle cualquiera y me topé con dos viejas prostitutas que corrían a cobijarse en un portal al amparo de la lluvia que arreciaba cada vez con mas fuerza. Una de ellas me hizo una  patética mueca que pretendía ser una sonrisa lasciva y luego me obsequió con un gesto que me pareció obsceno al ver que no le hacía ningún caso. El asfalto despedía un nauseabundo olor a orina y a vómito que me provocó varias arcadas. Giré por un angosto y oscuro callejón y decidí enlentecer aun mas mi marcha.

Los pasos de Newman, Sullivan o quien diablos fuera el tipo que iba detrás de mí, seguían sonando rítmicos, pausados y cada vez mas próximos. Guiado por un repentino impulso me detuve en seco, saqué un cigarrillo y fingí no conseguir darle lumbre accionando solo la rueda dentada del encendedor sin presionar palanquita del gas. Cuando el acechante rastreador me alcanzó y pasó por mi lado le pedí fuego con un gesto mientras mantenía la cabeza agachada y el cuello flexionado simulando no haberlo reconocido aunque hubiéramos compartido la misma mesa de trabajo hasta hacía apenas media hora.

Sin mediar palabra, John Newman introdujo su mano izquierda en el bolsillo de la gabardina (recordé enseguida que Sullivan era zurdo) en busca de un encendedor o tal vez de unas cerillas. Algo me dijo que ése era el momento oportuno de descuido que no debía desaprovechar y me abalancé sobre el tipo que me seguía lanzándolo con fuerza contra una mugrienta persiana metálica con una agilidad inusual en mí. En menos de dos segundos le había seccionado la yugular a Sullivan con la navaja suiza que desde mi época de boy-scout llevo siempre encima. Presa de una repentina ira que no era mas que una necesidad de liberación reprimida durante dos largos decenios, acuchillé varias veces al hombre que había convertido los últimos mi vida en un verdadero infierno, hasta tener la certeza de que mi pesadilla dejaba de respirar, dejaba de existir y  salía de mi vida para siempre jamás.

Sudoroso y jadeante miré a un lado y a otro para comprobar con alivio que no había nadie en las inmediaciones. Salí de aquel lóbrego callejón tan rápido como pude y me encaminé hacia el centro de la ciudad orientado como estaba gracias al navegador del. Sentí que necesitaba andar, tal vez mas que nunca, y noté como el aire entraba en mis pulmones a chorro hasta llenarlos por completo, una sensación de plenitud y oxigenación que mi ansiedad crónica me había hecho olvidar desde hacía años.

Apenas transcurrieron quince minutos el paisaje urbano cambió radicalmente cuando fue desvaneciéndose la visión de unas fábricas de aspecto austero y nula estética así como los insulsos barrios con unos horribles edificios vestigio de la etapa soviética para dar paso, conforme me adentraba en el corazón de Sofía, a unos reconfortantes parques, terrazas, bellas avenidas y edificios imponentes así como una serie de iglesias, mezquitas y sinagogas que llamaron poderosamente mi atención como si necesitara entrar en una de ellas para dar gracias a cualquier dios por la paz que me inundaba.

Aunque tenía claro que no era el momento de hacer turismo no pude evitar pensar que Praga y Budapest, dos ciudades que conozco muy bien, tenían con Sofía un serio rival como destino turístico al este europeo. Sonreí al ver lo trivial de mi reflexión en una situación en la que debería centrar toda mi atención en llegar al hotel cuanto antes y pasar lo mas desapercibido posible.

Al poco cuando divisé la iluminación de la céntrica calle Gurko y al fondo el neón de mi hotel, tuve la sensación de estar ya casi en casa.

Tres cuartos de hora después del episodio vivido en aquel mugriento callejón de las afueras de Sofía, me encontraba confortablemente instalado en mi suite del Grand Hotel Sofía. Apenas llegué a la habitación tomé un trago largo con los dos primeros dos botellines que encontré en la nevera del minibar y tras darme una rápida ducha me metí desnudo en la cama.  Por primera vez en veinte años, conseguí dormir de un tirón sin la ayuda de ninguno de mis habituales somníferos.

(VI)

Como cada mañana me encontraba trabajando en mi despacho. Habían transcurrido dos semanas desde mi regreso de Bulgaria y no me estaba con ningún paciente porque me había reservado las dos primeras horas de la mañana para poner en orden una serie de informes así como otros papeleos que se habían acumulado tras mi reciente ausencia por mi viaje a Sofía. Laura, mi enfermera, me anunció por el interfono que había alguien en la sala de espera que no estaba citado e insistía en hablar conmigo.

- Te agradeceré que te lo quites de encima Laura. Estoy liado con los informes y me vendrá justo empezar a las once con el primer paciente.

- Doctor Logan, lo he intentado –Laura era muy formal, mas bien formalista, y se resistía a utilizar el tuteo que tantas veces le había ofrecido-  pero insiste en que es preciso hablar con usted. Dice que serán solo dos minutos.

- ¿Te ha dicho qué es lo que quiere? – dije con tono molesto, impaciente como estaba por seguir con los informes.

- No, pero puedo preguntárselo ahora.

- Haz lo que quieras pero no me vuelvas a interrumpir si no es realmente necesario.

- Creo que antes debería informarle de algo mas, doctor Logan…

- ¿De que  tienes que informarme, Laura? -dije con voz cansina.

- El hombre que quiere verle fue paciente suyo hace muchos años. Casi veinte para ser exactos. Tengo aquí su historia clínica. Si quiere puedo llevársela a su despacho.

Al parecer, Laura, siempre tan eficiente, había anotado el nombre de la visita en libro de registros, como es habitual en estos casos, y tras comprobar que no se trataba de un paciente mío, al menos no alguien a quien estuviera visitando en la actualidad, acudió al archivo histórico donde se almacenan las historias clínicas mas antiguas de los pacientes dados de alta o fallecidos, e incluso las historias de pacientes que cada socio de la clínica atendimos en algún momento de nuestro ejercicio profesional aun antes de trabajar juntos.

- Aquí lo tiene doctor Logan –dijo Laura dejando sobre mi mesa un dossier de un par de centímetros de grosor.

Ni siquiera giré la cabeza para mirar el membrete del historial que mi enfermera había localizado en un tiempo récord. Tampoco era necesario. Haciendo un gesto insólito en mi coloqué el dedo índice sobre mis labios para pedirle a Laura un absurdo silencio mientras me acercaba sigilosamente a la puerta que daba a la sala de espera y que había quedado entornada. Me asomé por el resquicio y comprobé como en uno de los sillones aguardaba, aparentemente relajado, un hombre que, esta vez ya sin duda, era el auténtico James Sullivan a quien veinte años atrás tuve como paciente, un hombre que no guardaba parecido alguno con el John Newman al que había apuñalado en un callejón de Sofía y de quien la prensa de búlgara dijo que había muerto asesinado con ensañamiento como consecuencia de un atraco callejero.

(VII)

El verdadero Sullivan que aguardaba en la sala de espera de mi clínica exhibía un porte atildado y una actitud serena que nunca llegué a ver en él mientras fue mi paciente ni, por supuesto, cuando tuve que visitarlo en la penitenciaría estatal para emitir un informe por orden del juez que llevaba la causa de los homicidios que presuntamente había cometido.

Aunque dudé por un instante si recibirlo o no, le di instrucciones a Laura para que lo hiciera salir cuanto antes de la clínica. Volví a mirar por la rendija de la puerta y comprobé aliviado como James Sullivan abandonaba la sala de espera sin protestar y tras entregarle un pequeño sobre a la enfermera que ella me trajo de inmediato al ir dirigido a mi.

A partir de ese instante busqué el modo de ponerme de nuevo a trabajar con mis informes como si nada hubiera sucedido. Y así lo hice hasta que, pasado un minuto, la curiosidad pudo mas que mi esfuerzo por mantenerme sereno y cogí el sobre que ya había guardado en un cajón de mi mesa de trabajo. Contenía una breve carta manuscrita, apenas unas líneas, con una rúbrica debajo del texto que permitía leer sin dificultad el nombre de James Sullivan. No había fecha.

A la atención del doctor Franz Logan:

Distinguido doctor Logan, ante la eventualidad de que no me reciba, algo que considero más que probable habida cuenta de mi actitud hacia usted durante las últimas entrevistas que mantuvimos antes de mi ingreso psiquiátrico, quiero hacerle saber que muy a pesar de mis amenazas no le guardo rencor alguno y que cuando las proferí no era consciente de lo que hacía como tampoco lo fui cuando asesiné a todas aquellas personas. En la actualidad me encuentro totalmente recuperado y en condiciones de reinsertarme a una sociedad a la que siempre rechacé y a la que nunca consideré digna de respeto alguno. Se me ha concedido la libertad provisional y en solo un par de años tendré la definitiva, un privilegio que quiero dedicar para devolver el bien como compensación por todo el mal que hice, un empeño que aunque sé que será imposible de cumplir en su justo equilibrio intentaré llevarlo a cabo hasta los últimos días de mi vida.

Le pido perdón por todo el daño que pueda haberle hecho, doctor Logan.

Sinceramente: James Sullivan


(VIII)

Eran cerca de las tres de la tarde y me encontraba a punto de finalizar la sesión con mi último paciente de la mañana cuando Laura irrumpió en mi despacho entrando sin llamar y con gesto circunspecto.

- ¿Qué pasa Laura? -le espeté molesto por la interrupción.

- Verá doctor Logan.. –dijo ella con la voz entrecortada-  ahí afuera hay dos policías. Uno de ellos parece extranjero. Dicen que quieren hablar con usted en relación a un tal John Newman.

- Salgo enseguida Laura –dije mientras una sensación de frío me recorría la espalda desde la nuca hasta la región lumbar- diles que en cinco minutos terminaré mi sesión el paciente que estoy atendiendo y me pondré a su entera disposición.

Apenas salió mi enfermera, me dirigí a mi paciente, que parecía ausente y ajeno al diálogo que acababa de mantener con Laura.

- Le ruego me disculpe por la interrupción señor Cohen.

-       No hay nada que disculpar doctor Logan.

Me puse las gafas de cerca que tenía sobre la mesa, ojeé las notas que había tomado sobre evolución del señor Cohen, firmé el informe de la sesión y lo guardé en el sobre que luego Laura archivaría en la historia clínica. Me quité con parsimonia las gafas y sonreí a Robert Cohen –creo que nunca antes lo había hecho en su presencia- mientras abría el primer cajón del lado derecho de mi escritorio y, ante los atónitos ojos del paciente, saqué un revolver, me introduje el cañón por la boca tan rápido que a Cohen le fue imposible reaccionar, apreté el gatillo y sonó un estruendo que rompió en mil pedazos la calma que reinaba en el ambiente.

Milagrosamente –según los cirujanos y desafortunadamente para mi humilde entender- la bala que me disparé delante del señor Cohen recorrió un trayecto limpio y no llegó a afectar ninguna estructura vital. El resultado fue un solo par de meses en el servicio de Cirugía General del Hospital Columbus hasta que me encontraron en condiciones de ingresar en la Penitenciaría de Lucasville en Ohio, lugar desde donde escribo esta crónica para que nadie llegue a distorsionar mi historia con fantasías, añadidos o sensacionalismos innecesarios.

Alberto Soler Montagud

 

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ENTREVISTAS en la SER y ONDA CERO

Con algo de retraso, y en relación con la novela “EL LEGADO DE UN TITÁN” podéis escuchar una entrevista realizada en el programa ”A vivir que son dos días” de la Cadena SER y una crítica literaria en la sección ESPACIO LIBROS del programa de Merche Carneiro de Onda Cero.


 

ONDA-CERO – ESPACIO LIBROS (27-05-11)

SER FM – A Vivir…2011-03-06-

 

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EL TRASTORNO BIPOLAR DE ROBERT SCHUMANN


El 8 de junio de 1810 nacía en Zwickau (Alemania) Robert Schumann, uno de los músicos más célebres del romanticismo  en cuya obra , como en su vida, quedó reflejado el espíritu romántico que combina el dramatismo y alegría a través de unas obras donde ambos sentimientos se alternan cíclica y desconcertantemente (como ocurre en los trastornos bipolares) y tanto la complejidad dramática como la mas sencilla alegría  se manifiestan a través de ciclos vinculados a un intenso y manifiesto lirismo.

LA ENFERMEDAD MENTAL DE SCHUMAN

Tras varios intentos de suicidio. Schuman murió finalmente en un manicomio apenas acababa de cumplir los cuarenta y seis años. Como con tantos otros  genios sucedió a lo largo de la historia,  Robert Schumann sufría algo que en su época eran considerados ataques de locura y que hasta no hace mucho hemos llamado psicosis maniaco-depresiva, una enfermedad que hoy conocemos con el nombre de trastorno bipolar.

La inmensa mayoría de las obras de Schumann fueron compuestas durante sus fases maniacas y es curioso comprobar como al trasladar a un gráfico su producción musical así como la evolución de su enfermedad (conocida tanto por sus cartas personales como por las fechas de sus ingresos manicomiales) no encontramos con dos trazados superponibles tal y como puede apreciarse en la gráfica en la que el número de ingresos y la densidad de su producción coinciden significativamente.

PROBABLEMENTE, EN LA ACTUALIDAD, SCHUMAN HABRÍA LLEVADO UNA VIDA CASI NORMAL

Si Robert Schumann hubiera vivido en nuestros días, con la variedad y la eficacia de los fármacos que disponemos en la psiquiatría moderna, es muy probable que la calidad de vida del compositor se hubiera acercado mas a la de una persona normal que no a los límites de la locura que tantas veces rebasó por la mala evolución de un proceso que estigmatizó su existencia.

UNA AUDICIÓN Y UN PAR DE PELÍCULAS A MODO DE HOMENAJE

Como homenaje a Schumann recomiendo al lector que escuche cualquiera de sus sinfonías. O tal vez todas, pues tan solo son cuatro y apenas si dura media hora cada una de ellas.

Personalmente, mientras escribo esta reseña estoy escuchando la Primera Sinfonía (“Primavera”) en una curiosa versión interpretada por la Leipzig Gewandhaus Orchestra dirtigida por Riccardo Chailly, y si digo curiosa es porque la partitura de esta grabación se corresponde con la re-orquestación que en su momento hizo Gustav Mahler de la integral sinfónica de Schumann . Como podrá comprobar el lector, mi mahlermanía parece inevitable y a veces hasta innecesesaria unque puedo asegurar que ha sido totalmente casual y aleatorio que escogiera precisamente esta integral de Schuman y no otra.

Igualmente recomiendo dos peliculas biograficas dedicadas con mayor o menor acierto (en general ambas son mas que aceptables) a la vida de Robert Schumann: SINFONIA DE PRIMAVERA (Peter Schamoni) y PASIÓN INMORTAL (Clarence Brown).

Alberto Soler Montagud

 

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PRESENTACIÓN DE “EL LEGADO DE UN TITÁN” EN EL CORTE INGLES DE VALENCIA

 

El pasado 17 de mayo de 2011, justo un día antes de que se cumpliera el primer centenario de la muerte de Gustav Mahler (fallecido el 18 de mayo de 1911), tuvo lugar en la sala de Ámbito Cultural de El Corte Inglés del Edificio Colón de Valencia la presentación de la novela de Alberto Soler Montagud “El Legado de un Titán”.

Según el departamento de Comunicación y Relaciones Externas de los grandes almacenes, organizadores del evento, el acto fue, junto con el de Carmen Amoraga, el de mayor afluencia de público de esta temporada.

 

A continuación se ofrece un reportaje fotográfico de la presentación y un video resumen

 

 

 

 

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EN EL CENTENARIO DE LA MUERTE DE GUSTAV MAHLER

 

(1860-1911)

 

Un compositor de verano

El compositor y director austríaco Gustav Mahler nació el 7 de julio de 1860 en Kaliste, una población de Bohemia  integrada a la actual República Checa, y murió en Viena el 18 de mayo de 1911. En su actividad como músico, Mahler alternó la dirección de orquesta con la composición, una tarea a la que solo pudo dedicarse durante los meses estivales (Mahler se autodefinía como un compositor de verano) cuando, al no haber ópera ni conciertos, podía volcarse de pleno en la composición de sus monumentales obras.

 

Mahler: un músico para el futuro.

Totalmente anacrónico y adelantado a su época, en la obra de Mahler se presagian y anuncian casi todas las contradicciones que mas tarde definirían el desarrollo del arte musical a lo largo del siglo XX. Incomprendido por los sectores musicales mas conservadores de la crítica vienesa de la época, Gustav Mahler fue consciente de que su música “no sería apreciada hasta cincuenta años después de su muerte” (algo que él afirmó en varias ocasiones). Y no le faltaba razón, pues aunque en su tiempo se le valorara excelentemente como director, su  grandeza como compositor fue cuestionada por sistema y tras su muerte sus obras cayeron en el olvido  en contraste con lo que sucede ahora cuando, justo cien años después de que nos dejara, Gustav Mahler es considerado como uno de los más grandes y originales compositores de la historia de la música.


Mahler es un todo absolut0

El afamado director Eliahu Inbal (Jerusalem, 1936) definió a Gustav Mahler como un “fenómeno espiritual cuya música es autobiográfica y constituye su propia vida”. También dijo Inbal que la música de Mahler “es como la Biblia ya que en ella se encuentran las esperanzas, las desilusiones, el idealismo, la religiosidad, las miserias y el todo”.

En verdad, no es descabellado afirmar que la música de Mahler es algo así como un todo,“un todo absoluto” sin cuya existencia seríamos absorbidos por la nada como presagio anticipativo del caos que supondría convivir con la ausencia de la música

 

Un genio musical para el cambio

La ruptura de Gustav Mahler con muchos de los esquemas sinfónicos propios del romanticismo hicieron de él un compositor para el cambio. Aun antes de que la Moderna Escuela de Viena (representada por Schoenberg, Berg y Webern) irrumpiera con rotundidad en el panorama musical de principios del siglo XX, es significativo resaltar que Mahler ya experimentó con unas armonías que resultaban hirientes y disonantes a los sensibles oídos de los críticos y aficionados de la época por anticipar la atonalidad y el dodecafonismo, unas formas en las que tal vez habría profundizado de vivir  solo un decenio más.

Aunque como director sintiera una especial predilección por la ópera, como compositorGustav Mahler se volcó de pleno en la forma sinfónica y en una serie de ciclos de lieder(canciones) que al ser incorporados (tanto los lieder como la voz humana) a sus sinfonías provocaron un nuevo punto de fricción por la ruptura que suponía con otro de los cánones clásicos sinfónicos vigentes.

 


 

Componer es “construir un mundo”

El propio Mahler advirtió que componer una sinfonía era como “construir un mundo con todos los medios posibles”, motivo por el cual, en sus trabajos, llama poderosamente la atención la manifiesta heterogeneidad que consigue al mezclar elementos de distinta procedencia (melodías populares, marchas, fanfarrias militares, músicas callejeras…) que se intercalan aportando una aparente trivialidad a unos pasajes solemnes y pletóricos de majestuosa trascendencia.

Mahler llegó a componer un total de diez sinfonías si bien la décima y última quedara inconclusa en el momento de su muerte. De entre ellas, las números 2, 3, 4 y 8 (esta última fue la única que le permitió saborear en vida las mieles del triunfo) incluyen la voz humana como continuación de una innovación iniciada  Beethoven en el último movimiento de suNovena Sinfonía, y que fue seguida por otros compositores como Mendelssohn o Liszt hasta que Mahler la elevó a la categoría de sublime al conseguir cambiar por completo el esquema sinfónico hasta entonces al uso y abrir las puertas a un nuevo concepto de sinfonía.

A partir de su Quinta Sinfonía, la música de Mahler comenzó a teñirse de un halo trágico que fue progresando hasta alcanzar su cénit en la Sexta, la Novena y en La Canción de la Tierra (una sinfonía que, por superstición, Mahler nunca quiso numerar ni considerar como tal) todas ellas unas obras en las que la amargura y el infortunio alcanzan su más terrible expresión.

 

Meine Zeit wird kommen

Mahler era consciente de lo difícil que sería para sus contemporáneos asimilar y aceptar su música. Como compositor era un adelantado y él lo sabía cuando, sin soberbia ni petulancia, sentenció: “Meine Zeit wird kommen” (Mi época aún está por llegar).

Después de su muerte, la música de Mahler cayó poco a poco en el olvido hasta desaparecer del repertorio de las salas de conciertos, un fenómeno que se agravó durante el auge del nazismo cuando los orígenes judíos del compositor hicieron que el el III Reich considerara sus obras  como ”música degenerada”. Hubo que esperar hasta el final de la Segunda Guerra Mundial para que, muy lentamente, la música de Mahler saliera del forzoso olvido en que se había visto sumida, una labor que fue posible gracias, en principio, a la ayuda de Bruno WalterOtto Klemperer (dos directores que en su juventud habían sido discípulos de Mahler) y ya en los años sesenta al trabajo de Leonard Bernstein y de Bernard Haitink. Los esfuerzos de todos ellos fue decisivo para que las sinfonías de Gustav Mahler se reincorporaran progresivamente al repertorio de las grandes formaciones orquestales tal y como ocurre en la actualidad.

 

Recuperación de la obra de Mahler tras dos guerras y un holocausto

En 1967, Leonard Bernstein retomó la profética frase del compositor (“Meine Zeit wird kommen”) que presagiaba su olvido y anunciaba su tardía rehabilitación y reconocimiento en un futuro que Mahler no llegaría a conocer. Llegado el momento, Bernstein consideró que el tiempo de Mahler ya había llegado después de dos guerras mundiales y un terrible holocausto y así lo proclamó erigiéndose mesiánico portavoz de la buena nueva.

Hoy en día, cuando se cumplen los primeros cien años de su muerte, Gustav Mahler (1860–1911) es uno de los compositores más interpretados, grabados y solicitadas por los profesionales y aficionados a la música de todo el orbe, cumpliéndose así el profético “Mi época aún está por llegar” de aquél director de orquesta que, en los albores del siglo XX, irritó a los conservadores centroeuropeos con su provocadora técnica compositiva y su heterodoxa concepción del esquema sinfónico como presagio anticipativo y punto de partida de las corrientes de vanguardia a las que precedió.


Filosofía, humanismo y religión en la música de Gustav Mahler

Gustav Mahler le correspondió cabalgar entre dos grandes épocas y vivir una transición entre dos siglos que fue infinitamente mas impactante para la humanidad (en lo que a cambios sociales y modernización concierne) que la reciente entrada en el siglo XXI.

Mahler fue un artista que tuvo que crear sus obras bajo el permanentemente influjo de los ideales humanistas y los valores aportados por las ideas filosóficas y religiosas que imponían los cánones decimonónicos por un lado y los cambios que se presagiaban como una necesidad de transición hacia la modernidad por el otro.

Como compositor (en cierto modo también como director) Mahler fue un innovador y un provocador que irritó permanentemente a sus contemporáneos mas conservadores sin, al parecer, pretenderlo premeditadamente. Hemos aludido a la heterogeneidad de su música basada en la conjunción y confluencia de elementos distintos y dispares. A este respecto,Paul Stefan, autor de una de las primeras monografías sobre Gustav Mahler, dijo que “La música de Mahler empieza en la calle y termina en la infinidad…”. Es sublime, por poner tan solo un ejemplo, que Gustav Mahler fuera capaz de transformar una sencilla canción popular infantil (Frère Jacques) en una marcha fúnebre tan solo reescribiéndola en una tonalidad menor y enlenteciendo el tempo tal y como ocurre en el tercer movimiento de la Sinfonía Titán.



 

Mahler, Kafka y Freud

Todo lo que escuchó desde niño fue incorporado por Mahler al disco duro donde atesoraba cada experiencia que años después utilizaría como fuente inspirativa. Con el cambio de centuria Gustav Mahler fue testigo de excepción de una convulsión social, cultural y confesional que desmoronó viejos esquemas sin ser nunca ajeno ni insensible a los cambios que acaecían ante él y en los que llegó a participar activamente con esa misma innovadora música en la que dejó constancia de fantasmas personales como la muerte que vinculó a su preocupación por el destino de una humanidad en peligro de enajenación y deshumanización como consecuencia de las nuevas formas que insinuaba la incipiente industrialización. En cierto modo, la preocupación de Mahler fue la misma que mas tarde plasmaría Franz Kafka en su pensamiento y que  Freud intentaría explicar desde una perspectiva psicoanalítica.

Alberto Soler Montagud

 

 


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EL MOZART NEGRO

JOSEPH BOULOGNE CHEVALIER DE SAINT-GEORGES

 

Joseph Boullogne Chevalier de Saint-Georges (1739-1799) fue una de las figuras más importantes de la escena musical del París de la segunda mitad del siglo XVIII y su fama se repartió por igual entre sus habilidades como músico, jinete y espadachín, tanto que en el cuadro mas famoso que de él se conserva (pintado en Londres en 1787 por el artista estadounidense Mather Brown) va vestido para acudir a un concierto y no es precisamente una batuta lo que sujeta en su mano derecha.

Conocido como el “Mozart negro” o el “Voltaire de la melodía”, fue uno de los primeros músicos del estilo clásico europeo con ascendencia africana, ya que su padre fue George de Bolonia de Saint-Georges, miembro de una familia adinerada que vivió en una plantación en la colonia francesa Indias Oeste de Guadalupe desde 1645, y su madre una atractiva y joven esclava negra de 17 años llamada Ana, mas tarde conocida como Nanon. Joseph disfrutó de una infancia privilegiada en la plantación, tuvo tiempo de sobra para jugar, su padre le dio lecciones de música y esgrima y a la edad de diez años el niño fue a Francia con su progenitor donde se formó tanto en las bellas artes como en las marciales. Años después, Saint-Georges obtendría la posición de Caballero de la Cámara del Rey, lo que significaba ser un asistente personal del rey Luis XV.

Como músico destacó en las facetas de director (llegó a estrenar alguna sinfonía de Haydn), violinista y compositor de sinfonías y conciertos para violín. Sin llegar ni de lejos a la genialidad de Mozart (con quien se le compara)  la música de Saint-Georges es fresca, exquisita, elegante y se ajusta a las obras concertantes francesas de su tiempo que, sin aportar trascendencia ni profundidad emocional, cumplen con lo que de ella se esperaba en el Paris de finales del siglo XVIII.

A.S.M.

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DESÁTATE: ATA GOMIS ENTREVISTA A ALBERTO SOLER

El martes 3 de mayo, mientras todo el mundo veía uno de los cuatro “partidos del año”  Madrid-Barça, Ata Gomis me hizo una estupenda entrevista radiofónica en directo en la que disfruté de lo lindo y descubrí que media hora puede parecer un segundo.

Menos mal que hay podcasts del programa y podréis escucharnos cuando la emisora cuelgue en la WEB el de mi entrevista. No creo que tarden. Os mantendré informados.

Mientras tanto os dejo con unas fotos y en enlace a un resumen en video del programa. n para que comprobéis lo guapa que estaba Ata Gomis, casi tan guapa como guapa estaba  Cloty que fue quien se encargó de hacer las fotos y el video con su inseparable iPhone.

 

 

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